- Fechas
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Uno de los valores más destacables de la creación artística, en el momento actual, es el amplio campo de acción de que disponen los autores. No hay limitaciones ni en las técnicas ni en los temas. Lo que cuenta son las ideas y el modo de expresarlas.
Douglas Gordon, artista aún joven pero con una larga trayectoria, que ha merecido reconocimientos tan importantes como el Turner Prize o el Hugo Boss Prize, es un ejemplo de autor cuya obra se apoya en medios propios de su época, como el cine o el vídeo… Recursos estos que, siendo populares o incluso pudiendo ser populistas, alcanzan, no obstante, en manos de Gordon un nivel que, más allá de la estética, sitúan los resultados en una categoría en la que lo que cuenta son los conceptos y las ideas. En ese proceso el espectador desempeña un papel fundamental, pues se convierte en cómplice de la obra.
Sus imágenes, extraídas de películas de otros autores o bien de sus mismas creaciones, le sirven para evocar situaciones que producen sorpresa, despiertan una emoción, crean una inquietud…
Junto a la imagen cinematográfica, esto es, a la imagen procedente del arte más joven del siglo XX, Douglas Gordon utiliza también un sistema de comunicación cuyo origen se remonta muy atrás en el tiempo y que confiere al hombre la categoría de ser superior: el lenguaje.
Los textos de Gordon no son convencionales, sorprenden, inquietan, despiertan la curiosidad y, por encima de todo, nos hacen ver que no siempre las cosas son lo que parecen. Al contrario, toda verdad acostumbra a esconder otra. Esa verdad, la que no es visible, es a menudo la que interesa a Gordon. De ahí su especial predilección por mostrar conceptos contrapuestos: realidad y ficción, bien y mal, verdad y mentira, vida y muerte...