"Todo juego es un sistema de reglas. Lo que da sentido a la regla es el deseo de jugar."
Roger Caillois, Los juegos y los hombres, 1958
El arte y el juego presentan el mismo carácter de necesarios. El hombre entiende el mundo a través del juego, y a lo largo de toda su vida necesita momentos lúdicos en los que unas reglas insólitas le hagan olvidar las otras, las que le impone la vida cotidiana, familiar y profesional. Esta necesidad ha estado siempre presente en todas las civilizaciones.
En la naturaleza humana la vida contemplativa es tan real como la vida activa. El arte es también una necesidad universal y, al igual que el juego, no es una necesidad práctica, primaria, ligada a la supervivencia, como por ejemplo alimentarse, sino únicamente espiritual, intelectual. La reflexión acerca del juego ha sido intensa a lo largo del siglo xx, y ha centrado las obras de historiadores, filósofos o escritores como Johan Huizinga, Roger Caillois o, más recientemente, Giorgio Agamben. Leyendo sus razonamientos, en más de una ocasión nos dan tentaciones de aplicar un discurso sobre el arte.
El juego es ficción, ilusión, azar. Pero también es deformación de las sustancias y los objetos, imitación, representación, alteración. Es sobre todo un espacio de libertad. Es esa libertad la que hace que el juego sea necesario en nuestra vida, y la obra de arte es también un espacio privilegiado donde todo es posible. Ideas preestablecidas, como el tiempo o la distancia, se prestan a una libre interpretación, y pueden ser revisadas y renovadas tanto por los jugadores como por los artistas.
Sin embargo, en el arte lo que está en juego no es poco: se trata en efecto de conquistar una libertad de visión, tanto para los artistas como para los espectadores.
Así pues el arte no es un juego, puesto que un juego puede provocarnos placer o un intenso vértigo sin dejar rastro en nuestra vida cotidiana. En cambio, una obra de arte es siempre una operación intelectual compleja, cuyo impacto en nuestras vidas puede perdurar en el tiempo, más allá de lo que dura la visita a una exposición.
Esta programación para el Espai 13 tiene en cuenta todas estas reflexiones y presenta a una serie de artistas contemporáneos, todos ellos jóvenes, aunque con varios proyectos y producciones importantes a sus espaldas, para quienes el elemento lúdico y el placer de la creación son esenciales y evidentes.
Estos ingredientes se manifiestan cada vez de un modo diferente y muy personal. A veces el artista crea una obra que ya de por sí es un juego (Daniel Chust); a veces un recuerdo de infancia o un objeto generan una nueva imagen (Grazia Toderi); a veces la puesta en situación de personajes ficticios está presente en distintos momentos de su producción (Aernout Mik, Xavier Veilhan). Estos artistas nos muestran cómo las problemáticas artísticas más frecuentes pueden ser tratadas de una manera lúdica sin por ello perder profundidad.
A menudo se define el juego como una recreación. La idea de recreación, de nueva creación, inspira toda la obra de Thomas Huber, así como la de Aernout Mik, para quienes se trata de crear un universo nuevo, de acuerdo con unas reglas "otras", distintas de las que gobiernan el mundo real. Esta idea es también aplicable a los materiales, como en el caso de Vik Muniz, que deforma y reconstruye imágenes a partir de sustancias que normalmente encontramos en una cocina antes que en un taller.
Todos los artistas propuestos están hoy bien consolidados en sus respectivos países de origen y ya han expuesto su obra en el extranjero, pero todavía no son conocidos en España, o no lo son lo suficiente.
El trabajo de todos ellos está orientado hacia el futuro, y ahora es el momento para que se les otorgue el reconocimiento internacional que merecen. Aunque están lejos de ser principiantes, su carrera puede verse consolidada gracias a una intervención en el Espai 13, abierto a los jóvenes talentos pero perfectamente integrado en la Fundació Miró. Así pues, exponer la obra de estos artistas no supone contradicción alguna, sino una continuidad con respecto a la programación del resto de la Fundació Miró.
Vídeo, pintura, escultura, fotografía y nuevas tecnologías están presentes en este programa, del mismo modo que están presentes, de una manera natural, en el arte actual.
La mayoría de los artistas realizará una nueva obra para la ocasión. El encargo obedece a una voluntad precisa de responder directamente a una exigencia fundamental de los artistas de hoy en día. La actitud contemporánea consiste de hecho en reaccionar ante un espacio y ante una situación. La obra existe hoy en el mundo, y es, a partir del momento de su creación, preconcebida en el mundo.
El objetivo del juego es dar al público una idea del discurso y de las prácticas artísticas actuales mediante ejemplos subidos de tono, cuyos temas serían más una excusa, una manera de facilitar la lectura, que una limitación.
Nacido en Lyón en 1963, Xavier Veilhan vive y trabaja en París. Su trabajo es un estudio constante sobre los sistemas de representación históricos y contemporáneos, y sus obras son el resultado de sus análisis del verismo, el hiperrealismo, el ilusionismo o, por hablar de conceptos derivados de la sociedad contemporánea, de la técnicas publicitarias que nos presentan una realidad limpia y brillante.