Tras las adolescentes de Aya Takano, esta exposición nos aproxima, a través de las pinturas y dibujos de Erina Matsui, a otra faceta del Japón contemporáneo: la relación nostálgica con la infancia y la dificultad de la joven generación para hallar su identidad en una sociedad en constante mutación.
Un cuento de hadas…
Erina Matsui estudia en la Tama Art University de Tokio, la universidad japonesa más importante en lo referente a la enseñanza de las artes plásticas. Sus obras se encuentran en numerosas colecciones privadas.
Erina Matsui (Okayama, 1984) es tímida, a la vez que transmite una increíble determinación. En 2004 participó en el festival Geisai de Tokio, una gran muestra de artistas muy jóvenes que organiza Takashi Murakami, en la que ganó la medalla de oro. Entre los miembros del jurado estaba Hervé Chandès, Director de la Fondation Cartier, quien la invitó a participar en una exposición colectiva en París, durante el verano de 2005, en la que presentó dos telas de gran formato, que se incorporaron luego al fondo de la colección de esa prestigiosa fundación parisina. Los acontecimientos se fueron encadenando, desde ese momento, con gran rapidez para una joven artista, cuyas obras seducen e intrigan al público.
Todo el universo en un autorretrato
A pesar de su juventud, Erina Matsui ha desarrollado una pintura muy personal y de una gran fuerza, fascinante y perturbadora a la vez. En sus sorprendentes autorretratos aparece representado su rostro en primer plano, con frecuencia deformado y gesticulante, que más que resultar divertido nos enfrenta a una transmutación. La tela I love shrimp chili (2003), que pintó a la edad de 19 años, está impregnada de nostalgia: la artista reconoce que aún no tenía entonces suficiente seguridad, aunque la experiencia le proporcionó confianza y abrió el camino de sus futuras creaciones. Representar su propio rostro es, para Erina Matsui, una manera de comprender el mundo y sus misterios. En ocasiones se convierte en una figura lunar, entre astros y constelaciones (Universe, 2004) o en una criatura fabulosa que surge de una alfombra de setas, que evoca la mascota, muy popular entre los japoneses, de una conocida compañía de telefonía móvil. Dichas setas hacen también referencia a Yumeii Takeshisa, un artista del período Taishô (1912 – 1926), que empleaba ese mismo motivo con una amplia variedad de registros.
Erina Matsui envuelve a menudo su rostro con juguetes, en una evocación del mundo infantil, que no ha abandonado del todo, o fija a la tela una cajita de música de la que sale la melodía nostálgica de una canción de cuna. Las obras de Erina Matsui son el reflejo de la profunda nostalgia de la infancia que caracteriza a la sociedad japonesa actual.
Uparupa for ever
Una sorprendente criatura acuática, de piel rosada como la de un bebé, aparece en numerosas telas de Erina Matsui. Se trata de Napoleón, su uparupa, una extraña salamandra rosa que es su animal fetiche, su compañero y confidente. Es un ser fabuloso, que se diría procedente de otros mundos, motivo recurrente además de alter ego de la artista, una criatura atrayente, seductora y perturbadora, como ocurre con todas las obras de Erina Matsui. La artista se inscribe de una forma atípica y personal en la tendencia kawaii que invade la realidad cotidiana de los jóvenes japoneses y llega hasta el mundo del arte. A pesar de que sus dibujos evidencian la influencia de los manga, en sus obras pobladas con los rostros transformados de niñas de grandes ojos sorprendidos, la mayoría de sus trabajos están lejos de esa estética de la “monería”. La seducción de las obras de Erina Matsui se localiza, en cambio, en la extrañeza y en esa fuerza indefinible que brota de su pintura. Para Erina Matsui, una obra debe sorprender y provocar la excitación del descubrimiento. Según dice, quisiera hacer obras tan excitantes como lo es el momento de la apertura de los regalos navideños. Pintora de talento precoz, Erina Matsui es uno de esos artistas a tener en cuenta en la escena contemporánea japonesa. Una obra que hay que descubrir sin más demora...
La exposición que presenta en el Espai 13 es su primera muestra individual fuera de Japón. La muestra ha sido organizada gracias a la colaboración de la galería Yamamoto Gendai de Tokio.