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Joan Miró. Obra gráfica reúne las diversas técnicas gráficas por las que Miró se interesó entre las décadas de los treinta y los sesenta. Se exhiben sobre todo litografías y grabados, con variantes como el buril, la punta seca, el aguafuerte o el aguatinta. La exposición sugiere cómo la renovación del lenguaje del artista va acompañada de la evolución técnica en la obra gráfica exhibida. Se presentan un centenar de obras, muchas de ellas pertenecientes a series.
La exposición, formada íntegramente por piezas procedentes del fondo dela Fundació, pone de relieve el espíritu de experimentación de Miró. El artista se adentra en la obra gráfica cuando ya es un pintor reconocido y ya ha experimentado largamente con materiales muy diversos. Las obras exhibidas muestran cómo el trabajo de Miró con el grabado influye en su creación pictórica, un efecto que también se da en sentido contrario.
La obra seleccionada se presenta en tres partes sucesivas cronológicamente. La sección inicial muestra los primeros grabados de Miró creados durante los años treinta, coincidiendo con la Guerra CivilEspañola y su autoexilio a París. En esta primera etapa de contacto con el grabado, Miró aprende la técnica en el taller del grabador Louis Marcoussis y empieza a explorar el uso del color mediante la combinación de dos planchas. Este tipo de experimentación con el color está presente en la exposición con algunas composiciones de la Serie negra y roja.
La segunda parte de la muestra reúne litografías y grabados de la segunda mitad de los años cuarenta. En 1947 Miró reside en Nueva York durante casi un año para trabajar en el encargo de una gran pintura mural en Cincinnati. A partir de su aprendizaje en el taller de Hayter, el artista perfecciona la técnica e introduce el color en la obra gráfica de forma más extensa y evolucionada. La obra presentada en esta sección muestra también la consolidación del lenguaje de signos y símbolos que el artista había creado en la etapa anterior.
Terminadala Segunda GuerraMundial, Miró retoma el contacto con Europa y, con el apoyo de su nuevo marchante Aimé Maeght, intensifica la producción de obra gráfica y litográfica. Esta situación facilita el reencuentro con sus amigos poetas, que muy a menudo le piden que participe en la ilustración de libros de bibliófilo. Estos intercambios artísticos influyen en el lenguaje de su producción de obra gráfica.
La última parte de la exposición comprende la etapa de los años cincuenta y principios de los sesenta. Las obras de esta última sección muestran un gran dominio de la técnica. Miró descompone el color en planchas diferentes para obtener nuevos resultados, imprime colores de manera superpuesta o incorpora manchas y salpicaduras, con múltiples variaciones. La influencia de la pintura norteamericana se refleja en muchos de estos experimentos. Paralelamente, el interés por la caligrafía japonesa también se hace evidente, tal como se puede ver en el trazo de algunas de las composiciones exhibidas
La selección de obra gráfica se completa con la proyección en las salas de una película documental de Clovis Prévost, Miró, lithographie d’une affiche, que filma a Miró trabajando en varias litografías en el taller y en la imprenta Arte de París. Las imágenes, grabadas a principio de los setenta, muestran con detalle el proceso de elaboración de una litografía.