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El Espai 13 de la Fundació Joan Miró abre las puertas a la joven creación japonesa. A lo largo de cinco exposiciones, el ciclo "¡Kawaii! Japón, ahora" invita al espectador a descubrir las obras más sorprendentes de artistas muy jóvenes que componen un retrato de la sociedad japonesa de nuestros días.
Visiones de Japón
La temporada 2007-2008 del Espai 13 de la Fundació Joan Miró centra su mirada en el país del Sol naciente, en un descubrimiento de las prácticas de la generación de jóvenes artistas japoneses, así como de su contexto histórico y social. Cada exposición nos sumergirá en el universo a menudo sorprendente y extraño de un artista, al tiempo que nos aproximará a alguno de los grandes temas que conforman el retrato de la sociedad japonesa actual. La ósmosis entre tradición y modernidad, los problemas sociales y económicos, la relación con la infancia y la búsqueda de la identidad son algunas de las perspectivas que se proyectan en las obras de Aya Takano, Erina Matsui, Chiho Aoshima, Tomoko Sawada y Kowei Nawa. Cuatro chicas y un chico, con edades comprendidas entre los 23 y los 33 años, cuyas pinturas, dibujos, esculturas, películas de animación, fotografías e instalaciones, llenan el Espai 13 creando espacios para la experimentación.
¡Kawaii!
De las adolescentes con faldas plisadas que aparecen en los manga a los personajes de Hello Kitty, estos héroes de una nueva mitología están presentes en la imaginería popular, de los dibujos animados a los productos derivados, y constituyen el símbolo de una profunda nostalgia de la infancia. Una nostalgia que se expresa a través de un profundo entusiasmo por todo lo que es kawaii. Kawaii es una de las palabras más recurrentes en el vocabulario de los jóvenes japoneses. Próximo al sentido de “mono”, kawaii designa lo que es pequeño e infantil. Más que una moda, es una forma de pensar y de ser. Esta cultura popular japonesa invade el mundo asiático y llega a Europa y Estados Unidos. De la infancia a la edad adulta, los chicos, y sobre todo las chicas, son adeptos de los fanshi guzzu –del inglés fancy goods–, llaveros y gadgets de todo tipo. El fenómeno ha adquirido tal envergadura que se ha convertido en un tema sociológico, estudiado por escritores, periodistas, filósofos y sociólogos. Los estudiosos subrayan la otra cara de kawaii: un profundo nihilismo, la negación del presente social a favor de un retorno a la infancia, el reflejo, en definitiva, del descontento de la sociedad japonesa.
Las obras de Aya Takano y Chiho Aoshima se inscriben en la esfera kawaii, destacando su lado subversivo y falsamente inocente. Las muchachas en quimono de grandes ojos y gráciles cuerpos, de Aya Takano (Saitama, 1976), evocan tanto las estampas tradicionales japonesas como las chicas emancipadas que pululan por las calles de Tokio. Chiho Aoshima (Tokio, 1974) imagina un mundo onírico y sorprendente en sus dibujos de colores ácidos generados por ordenador. Su universo se mueve a menudo entre la pesadilla y la angustia, y sus personajes dudan entre la magia y la violencia de la realidad.
La revolución de la shôjo
En Shibuya, las chicas con uniformes escolares, falditas plisadas y calcetines-polainas muy largos, trajinan riendo alrededor de los purikura, fotomatones que permiten escoger el tipo de fotografía deseada, personalizándola con modelos diferentes de marcos, que después intercambiarán. Numerosos sociólogos han llamado la atención sobre este nuevo fenómeno: las chicas pasan cada vez más tiempo en la calle, con frecuencia en grupos y vestidas de una manera espectacular y ostentosa. Las shôjo, las adolescentes japonesas -literalmente “medio mujer”–, son el símbolo de una mutación de la sociedad. Se definen como mujeres-niña, en estado de suspensión entre la infancia y la edad adulta, consciencia e inocencia. La mujer japonesa, antes encargada de garantizar la tradición, aparece cada vez más como “la vanguardia de la mutación social”. Entre colegiala y femme fatale, la gyaru –del inglés girl (chica), a la japonesa– es realmente la nueva fuerza social y cultural en Japón. La escena del arte contemporáneo confirma esta tendencia, a través de las artistas mujeres que crean una obra inventiva y sorprendente, fascinante y, a veces, molesta. La programación de las exposiciones en el Espai 13 lo demuestra: de 5 artistas, ¡4 son chicas!
El arte del siglo XX ha estado marcado en Japón por la presencia importante de dos mujeres, cabezas de fila de los movimientos más importantes, como Atsuko Tanaka (nacida en 1932), que marcó la historia del grupo de vanguardia Gutai en los años cincuenta, o Yayoi Kusama (1929), una artista imprescindible desde principios de los años sesenta. La tendencia se confirma con los artistas de la generación de Mariko Mori (1967) y se hace evidente con las creadoras de la generación que ahora tiene treinta años, hasta el punto de ser una de las características más destacadas del arte japonés de nuestros días.
Testimonio de esta búsqueda de identidad típica de las chicas japonesas, Tomoko Sawada (1977) se retrata en grupo (fotografías de curso en que repite su rostro) o en retratos individuales de fotomatón. Para su exposición en el Espai 13, realiza una serie de fotografías sobre la extravagancia en el vestir de las chicas de Tokio, y en concreto de la tendencia golitha (contracción de gótica y Lolita), que se mueven por el barrio de Harajuku.
Un mundo de extrañeza y onirismo
A pesar del gran poder económico que ha proyectado al mundo la imagen de un país con tecnología punta, Japón vive desde hace unos años el pinchazo de la burbuja económica: el paro y la precariedad laboral han pasado a ser corrientes en la vida cotidiana de los japoneses y en las creaciones de los artistas. Esto, esta evocación, no obstante, en lugar de mostrarse como una constatación del estado del mundo, se convierte en una oportunidad para abrir la puerta a la imaginación y lo extraño. Así, Erina Matsui (Okayama, 1984) presenta un mundo personal lleno de visiones extrañas y poéticas.
Muchos artistas japoneses se cuestionan la frontera entre visión y percepción, creando un mundo onírico y delicado. Kowei Nawa (Osaka, 1975), con sus dibujos, esculturas e instalaciones, juega con nuestra percepción del mundo e inventa objetos llenos de poesía y extrañeza. Proyectando imágenes sobre el agua, recubriendo objetos con cuentas de cristal, invadiendo el espacio con gigantescas formas moleculares, Nawa transforma el estado original de una imagen, de una cosa o de un lugar.
Con “¡Kawaii! Japón ahora”, la Fundació Joan Miró invita al público a un viaje sorprendente por el mundo de la creación japonesa más actual y mantiene, así, el espíritu de hallazgo y de experimentación, de sorpresa e invención que caracteriza al Espai 13.
Hélène Kelmachter
Comisaria del ciclo