Fascinada por su obra y por el personaje, Leila Méndez —fotógrafa autodidacta afincada en Barcelona— hace un retrato múltiple de las diferentes facetas de Lee Miller. Con cuatro clics captura la esencia de la artista surrealista y de otras fotógrafas que, como ella, conocieron la vulnerabilidad y el poder que se experimenta ante una cámara posando como modelo profesional.
The Future was Female
Aún recuerdo el momento en que, esperando en el plató para retratar a un conocido candidato político, este y sus guardaespaldas se apresuraron directos a estrechar la mano de Albert, mi ayudante por aquel entonces, pensando que sería él quien ejecutaría el retrato y yo quien probablemente maquillaría su cansado rostro. Es una situación que se repitió en algunas ocasiones, hasta que empecé a colgarme la cámara al cuello instantes antes de las sesiones, de forma caricaturesca, cual pintor que sostiene un pincel, hasta conseguir que cesaran las confusiones. A aquellos señores se les antojaba improbable que fuera una mujer la que estuviera al cargo, que tuviera la cordura y las agallas para dirigir aquel momento decisivo en el que la realidad se transforma en ficción y de lo banal se construye una imagen de poder. Constaté que tantos años de lucha por la igualdad no habían sido suficientes y que no eran más que el principio de una larga batalla en la que, por suerte, hay cada vez más involucrados.
Me pregunto si la gran Lee Miller era consciente de lo avanzada, valiente y moderna que era su actitud ante el trabajo y ante la vida. Me pregunto si sabía que, gracias a mujeres como ella, el futuro ya era femenino. Las mujeres creadoras con un discurso artístico, social, especulativo y filosófico aún se enfrentan a veces a una doble barrera. No solo tienen que poner en valor su propuesta artística, además tienen que conseguir que no se juzgue su propuesta como un trabajo de género o de militancia feminista, sino como una obra plena en sí misma.
SINERGIA
El hecho de que esta mujer pionera haya aportado tanto (no solo como figura singular, sino como partícipe de esa gran red de artistas) me hace soñar con la generosidad de las ideas compartidas y con la grandeza de la inspiración recíproca. Me pregunto si el nuevo orden imperante, una suerte de dictadura del individualismo a través de las redes sociales, nos ha hecho perder el auténtico espíritu colaborativo. Parecemos estar más conectados, implicados e informados de todo lo que nos afecta, nos preocupa o nos interesa, pero lo cierto es que estamos mucho más aislados y nos acomodamos en el leve compromiso del «me gusta». La colaboración auténtica tiene que ser trascendente, activa, provechosa. Necesita un libre intercambio de ideas y compartir experiencias, no enlaces.
Imagen: Javier Jaén
MAGNETISMO
Se habla mucho del magnetismo de las estrellas de cine, pero no reparamos tanto en el ejercicio de seducción que implica retratar a alguien. Este ritual se convierte a veces en un campo de batalla. El fotógrafo intentando llevar al retratado a su terreno, y viceversa. Lee Miller estuvo en ambos lados. Conoció la vulnerabilidad y el poder que se experimenta frente a una cámara ejerciendo como modelo profesional y más tarde detrás de ella, fotografiando. Eso es algo que no ocurre muy a menudo.
El caso más interesante que conozco de modelo ávida por aprender el oficio y que llegó a convertirse en una figura influyente en el mundo de la moda es el de Ellen Von Unwerth (https://es.wikipedia.org/wiki/Ellen_von_Unwerth). Igual que Miller, tuvo una infancia muy dura, comenzó como modelo, pero pronto se situaría detrás de la cámara para convertirse en una de las fotógrafas más relevantes de su generación. Y de la misma forma que Miller, también acabó siendo encumbrada por Vogue, la biblia de la moda. Más allá de su estilo, lo que me fascinó al descubrirla fue cómo retrata a una mujer hedonista, sensual, liberada. Quizás el haber sentido la posible incomodidad delante de la cámara le haya permitido conseguir que sus protagonistas se sientan seguras y libres.
Imagen: Ellen Von Unwerth
FOODIE
Algo que me parece tremendamente innovador en Miller es que en la última etapa de su vida experimentara con la idea de la gastronomía como forma de protesta: el poder de la comida como medio para proyectar un discurso intelectual no exento de disconformidad y espíritu crítico. Resulta ciertamente revolucionario que retratara dos pechos cercenados de una mastectomía, servidos en una mesa como crítica al surrealismo (movimiento al cual pertenecía) por su tendencia a cosificar el cuerpo femenino.
Lee Miller. Untitled (Severed Breast from Radical Surgery in a Place setting 1 and 2) Paris, c. 1929 © Lee Miller Archives, Inglaterra, 2018. Todos los derechos reservados
Aún ahora, y quizás más que nunca, sigue habiendo artistas que se inspiran en el movimiento surrealista y se sirven de la comida como elemento de composición en sus trabajos. Pierpaolo Ferrari lo hace, a mi parecer, de forma muy singular e interesante, mezclándolo con humor y crítica social, a veces regado de cinismo y una cierta ironía, de una manera muy contemporánea.
Imagen: Pierpaolo Ferrari
Ahora, que estamos plenamente inmersos en la era foodie, encontramos también la combinación de surrealismo y comida en publicaciones como The Gourmand, cuya dirección de arte en la fotografía se caracteriza por la ironía, la belleza plástica y un acercamiento a lo gourmet con expectativas artísticas y no solo funcionales. De hecho, en uno de sus volúmenes rinden homenaje a Miller en su faceta de exquisita gourmande y cocinera.
Mucho ha cambiado la fotografía desde Miller, un medio en constante evolución que ha sobrevivido a todo tipo de cataclismos y a empachos visuales de índole variada. Resulta refrescante en este momento de extrema saturación de imágenes descubrir la obra de mujeres fotógrafas contemporáneas como Rinko Kawauchi, donde la atención recae en los momentos cotidianos de la vida. Sus imágenes bellas y poéticas, de un costumbrismo intimista y sensual, rayan en haikus visuales y nos acercan al amor por las pequeñas cosas y el silencio. Kawauchi no quiere olvidar lo que hoy se suele olvidar.
Imagen: Rinko Kawauchi
Y de esta manera, con el convencimiento de que el olvido no es una opción, vuelvo la mirada atrás y me reconforta saber que el futuro ya era femenino. La ruta ya estuvo marcada por Miller (y por muchas más): ellas nos señalaron un camino en el que la multidisciplinariedad, la disrupción y el inconformismo serían las armas con las que combatir los roles arcaicos y preestablecidos de una sociedad inmadura y patriarcal.
Edición: Bernat Pujadas