Joan Miró fue un artista comprometido con su tiempo y su país, tal y como demostró en este discurso con motivo de su nombramiento como doctor honoris causa por la Universitat de Barcelona el 2 de octubre de 1979.
El propio Miró habla de una «actitud humana» innata en el artista que lo une a la sociedad con una responsabilidad cívica y lo obliga a crear con una voluntad de «servicio a los hombres». Como muestra de esta reivindicación, Miró creó numerosos carteles a lo largo de su vida con la intención de que su voz fuera una voz comunitaria. En la calle, sus carteles se convirtieron en acción pública y desbordaron los límites de la autoría para convertirse en demostraciones de implicación social.
Algunos de estos carteles, que sintetizan causas o proyectos con los que Miró se implicó, nos sirven ahora para ilustrar su discurso de 1979. Tanto los carteles como el discurso han sido fuente de inspiración para el taller «¿Cuáles son tus causas?», organizado por la Fundació Joan Miró en el marco de la Bienal de Pensamiento.
Responsabilidad cívica del artista
Al dirigirme a esta Universidad de Barcelona que me concede el alto honor de acogerme hoy entre sus maestros, me corresponde en primer lugar daros a todos las gracias, expresaros mi más sincera, gratitud por haberme concedido un lugar en esta institución en la que hombres tan diversos y en épocas tan diferentes, desde Milà i Fontanals hasta Pere Bosch Gimpera, han hecho tanto para la construcción y el enaltecimiento de la vida cultural de Cataluña.
De todos es sabido que mi especialidad no consiste en la expresión verbal. Mi lenguaje es el visual, el de la pintura, y con él he intentado expresar siempre, a lo largo de toda mi vida, lo que pensaba y sentía, lo que me parecía que debía decirse.
Por ello, más que impartiros hoy una lección hecha con palabras, querría que recordaseis mi obra pictórica y pudieseis encontrar en ella todo lo que, de otra manera, no sabría deciros.
A pesar de todo, quizá valdría la pena aprovechar esta solemne ocasión para hacer alguna precisión —no para intentar explicar mi obra, lo que no es tarea mía— e intentar explicar alguna de las razones profundas de mi actitud humana, pues en ella tiene su origen la obra de arte.
Querría hacer referencia a mi concepción del artista como una persona con una especial responsabilidad cívica. Pues un artista es alguien que, entre el silencio de los demás, utilizar su voz para decir algo, que debe ser útil para los hombres.
El hecho de poder decir algo, cuando la mayor parte de la gente no tiene posibilidades de expresarse, lo obliga a que esta voz sea en cierta manera profética, a ser la voz de su comunidad.
Cuando un artista habla desde un país como el nuestro, cruelmente marginado por una historia adversa, es necesario que haga oír su voz en el mundo, para afirmar contra la ignorancia, los malentendidos y las malas intenciones, que Cataluña existe, que es original y que está viva.
Maqueta del cartel “Volem l’Estatut” (1977), cartel del “Congrés de Cultura Catalana”(1977) y del diario Avui (1976).
Cuando un artista se expresa en el contexto de una cultura internacional y de unos refinamientos elitistas, no se debe dejar encerrar ni el reducto de la cultura ni el de las élites, sino que debe querer comunicarse directamente, para aprender cosas y expresarlas con la sabiduría profunda del pueblo, origen y destinatario final de toda empresa realmente humana, sin que ninguna barrera clasista pueda impedirlo.
Cuando un artista se expresa en un entorno en el que la libertad es difícil debe convertir cada una de sus pobras en una negación de las negaciones, en un liberación de todas las opresiones, de todos los prejuicios y de todos los falsos valores establecidos.
Carteles “UNESCO. Miró. Human rights” (1974), “Amnesty International” (1976) y “UNESCO. Miró. Derechos humanos” (1974).
Cuando los demás, a su alrededor, trabajan en todo tipo de empresas al servicio, en general, de los hombres y, en particular, de su pueblo y de la realización completa de su historia, es necesario que el artista no se sienta apartado de todas estas iniciativas ni de todos estos esfuerzos y que apoye a unos y a otros con su presencia personal y con la eficacia que su obra pueda tener.
Estoy contento de poder tener la ocasión de que en esta sala, cargada ya de un siglo de historia de nuestro país, resuenen estas palabras de solidaridad humana, de fidelidad a la tierra, de diálogo directo fuera de las fronteras de la sociedad de clases, y de colaboración con la empresa de la libertad.
Me atrevo a pensar que, si hoy me hacéis el alto honor de acogerme en esta Universidad, es porque también ella está dispuesta a hacer suyos estos propósitos y porque, tanto para vosotros com popara mí, estos van vitalmente unidos a la esperanza.
Muchas gracias.
Discurso de Joan Miró con motivo de su nombramiento como doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona. 2 de octubre de 1979