El vestíbulo de la Fundació, dedicado a la fotografía amateur, acoge la exposición de Joaquim Gomis Brossa en La Ricarda y prepara la muestra De un píxel un poema, de Cloe Masotta, en el marco del Epicentre Brossa, un programa de actividades en torno a la figura y la obra de Joan Brossa, poeta y artista plástico que transformó la cultura catalana contemporánea.
Cloe Masotta, profesora, crítica cinematográfica y programadora de cine para museos y centros culturales, ha desarrollado un proceso de investigación sobre Joan Brossa en el Programa de Estudios Independientes del MACBA. En el blog de la Fundació explica su inmersión en el universo de Brossa y relata como una sucesión de casualidades el hecho de que el poeta haya pasado a formar parte de su vida.
Una cita con Joan Brossa
«El arte es vida, y la vida, transformación.»
Fregoli
«El poeta es como una pantalla que capta una serie de asociaciones que le vienen de dentro, yo solo me limitaba a no frenar nada. Todas estas imágenes y estados de ánimo los plasmaba sin dirigirlos ni cribarlos […]. Constataba las vivencias que surgían, era una labor de verdadera catarsis y un vivir con todas las cosas.»
Joan Brossa (Jordi Coca, Joan Brossa o el pedestal són les sabates, Editorial Pòrtic)
Desde el primer momento, para mí investigar a Joan Brossa no fue ir tras sus pasos, sino avanzar en su compañía. Y no fui yo la que fue a su encuentro, sino él quien, de forma azarosa y coincidente a la vez, vino a buscarme. Y apareció de la mano de Foc al càntir y Gart, dos guiones cinematográficos escritos en 1948 y 1949.
En verano de 2015, después de separarme, sin casa y sin amor, me encerré en una burbuja en el desván del Centro de Estudios y Documentación del MACBA, en la pecera de cristal destinada a los investigadores, y leí la correspondencia de Brossa con Tàpies, J. V. Foix, Arnau Puig o Modest Cuixart, entre otros. Abriendo cajas de material en proceso de catalogación donde encontraba todo tipo de objetos del ingente Fondo Joan Brossa: recortes de periódico, juegos de magia, tarjetas de visita… Buscando un hilo del que tirar para mi investigación. Foc al càntir y Gart fueron el umbral de mi nueva aproximación a Brossa, de quien más que nada conocía los poemas visuales. En esas dos obras, a mi juicio poco tratadas por los analistas de la producción brossiana, descubrí su afán experimental; y ciertas características que determinarían toda su trayectoria. De hecho, sus pasajes me catapultaron a una nueva noción de su trabajo, y pasé a considerar toda su obra como una constelación en la que toda posible evolución cronológica estalla. Todo se interrelaciona desde los inicios de su itinerario artístico y vital: teatro, poesía, los poemas visuales, la fascinación libresca… Y así empecé a pensar en Brossa como el mago y el transformista, este último encarnado en el gran Fregoli —y su discípulo Fregolino—, de quien encontré un fascinante álbum de recortes y una colección de postales de los personajes a los que interpretaba.
Aquel verano de 2015 que me encontré con Brossa se dispararon una serie de deliciosas casualidades. De golpe, sus libros vinieron a mi encuentro. Con Brossa apareció el amante que sin saber a qué dedicaba mi agosto me regaló un ejemplar firmado por el artista de los Sonets de Caruixa; en el Mercado de Sant Antoni encontré un ejemplar de los Poemes objecte [Poemas objeto] publicados en la colección Gart en 1978; en los Encants, bajo un montón de libros de todo tipo, apareció un poema visual, portada de la revista Nous Horitzons. También me reencontré con el amigo poeta que me aconsejó y acompañó en el proceso de escritura y compartió conmigo una traducción al catalán de un retrato poético de Brossa escrito por João Cabral de Melo Neto. Y el artista Frederic Amat me abrió generosamente las puertas de su casa para contarme sus años de amistad y su colaboración con Brossa, desde inicios de los años setenta hasta su muerte, en 1998. Y me mostró el fruto de algunas colaboraciones con él, como el Llibre de la pluja. Poco después sería él quien haría visible uno de aquellos dos guiones que nunca nadie filmó en vida de Brossa: Foc al càntir, rodada poco después de su desaparición. Y con Amat surgió la figura del maestro, una idea que personalmente añoro cuando reflexiono sobre cómo se transmite el saber y el conocimiento hoy. Lo son aquellas personas que crean poderosas grietas para cuestionarnos, a partir de una relación entre el que sabe y el que aprende que no tiene por qué ser jerárquica, sino que también puede comportar un intercambio de roles.
Brossa intempestivo. El título de la investigación que realicé para el PEI (Programa de Estudios Independientes), del MACBA, surgió de la rotunda actualidad del pensamiento del artista y poeta. Como reza la cita de Giorgio Agamben sacada de su ensayo ¿Qué es lo contemporáneo?, Brossa fue aquel «que no coincide perfectamente con su tiempo ni se adapta a sus pretensiones». Inactual, avanzado a su época, Brossa escribía cine experimental en una España ahogada por la dictadura franquista y participaba en la edición de la revista Dau al Set, donde se encontrarían Miró y Méliès, Cirlot y los demás editores de la publicación: Antoni Tàpies, Joan Ponç, Arnau Puig, Modest Cuixart y Joan Josep Tharrats. Brossa haría de la imaginación el terreno fecundo desde el que contestar al tedio cultural que le rodeaba, mientras sus amigos viajaban frecuentemente a París. En su correspondencia hacía patente la oscuridad y el ahogo reinantes. Y cómo creía en el poder del arte de la poesía, para iluminarlos. «Estoy habitando en la oscuridad», escribe Brossa. Y en una carta dirigida a Joan Ponç, fechada hacia 1949, leemos: «Animar un mapa que crezca puro, de la espuma del mar, es cada día más difícil. ¿Me he acojonado? Los días lentos se devuelven entre llamas. El fenómeno de la vida es una exaltación más o menos luminosa».
En el desván del MACBA descubrí el número 7 (mayo de 1949) de Dau al Set, dedicado a otro mago, Méliès. En el corazón de este número se escondía un encarte, amarillo como el sol, con un texto de Brossa titulado «Joan Miró dels ventalls» [Joan Miró de los abanicos], sobre una exposición del artista catalán en las Galeries Laietanes. Sin embargo, este no fue de los hallazgos más sorprendentes. Si digo que Brossa vino a buscarme es en relación con la aparición, por ejemplo, de un programa de cine —de los muchos que el poeta archivó— de una proyección de Jean Epstein en el cine Maldà. Pues resulta que mi investigación predoctoral versó sobre este cineasta de vanguardia francés.
Aún recuerdo la noche previa a la presentación oral de los resultados de mi investigación. En mi habitación iluminada tan solo con una luz de escritorio, irrumpió una libélula que, con cierto afán lector, aterrizó al lado del pliego de fotocopias que tenía sobre la mesa. Sorprendida, la fotografié para inmortalizar ese momento de magia. Probablemente se trataba de una nueva visita de Brossa desde el futuro, desde donde nos interpelan las obras de arte o los poemas capaces de cuestionar nuestro presente.
Extraordinario vuestro blog.lo comparto, gracias.